jueves, 22 de noviembre de 2007

El Biólogo y la Mariposa

Este es un cuento que disfrute mucho y en el paso por la carrera de counseling me enseño, como uno no debe forzar situaciones y como la no directividad es vital para el mejor despliegue. Espero lo disfruten tanto como yo.


Había una vez un biólogo extremadamente bondadoso y compasivo.

En el curso de sus investigaciones, tuvo que observar el crecimiento y desarrollo de una mariposa, desde su estado larvario hasta su evolución total en forma de insecto volador.

Al cabo de unos días de formado el capullo, observó que había algún tipo de actividad en la abertura: la futura mariposa, comenzaba a abrirse paso hacia el exterior.

Luego de un tiempo que le pareció demasiado largo, incapaz de tolerar ya el sufrimiento del pobre insecto que, por más que se esforzaba no conseguía liberarse, decidió acudir en su ayuda.

Tomó un bisturí y efectuó pequeñas incisiones en el orificio de salida, merced a las cuales, la mariposa emergió fácil y rápidamente.

Feliz con su conducta, procedió a observar la evolución del insecto en su proceso de adquirir la capacidad de vuelo.

Pasaron los días y, a pesar de arduos intentos de levantar vuelo, la mariposa no conseguía elevarse; parecía que las alas no habían llegado al desarrollo necesario.

Comprendió el biólogo, demasiado tarde, que lo que había considerado sufrimiento, era la ejercitación indispensable para el desarrollo adecuado de las alas.

Que su ayuda era lo que le impedía volar.

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